sábado, 5 de abril de 2014

Roden viejo. (Ruta aragonesa)

         La primera parada en nuestra ruta por Aragón, fue en el pueblo abandonado de Rodén viejo.

                                                Historia del pueblo:


Esta localidad, perteneciente al cercano municipio de Fuentes de Ebro, se encuentra en la margen derecha de la rica vega del río Ginel, pequeño arroyo que nace cerca de la ermita de María Magdalena y muere a los pocos kilómetros en el Ebro, no sin antes regar una preciosa huerta, que resalta entre el pelado y árido entorno que la rodea, con aguas que poseen la propiedad de endulzar las cebollas de la zona (eso dicen) y de acelerar el desarrollo de las hortalizas. Tengo que confesar que en mis visitas nunca he visto sus aguas, desatino que hoy hago propósito de enmendar para admirar como “con tan poco” se puede “crear tanto”.



En sus inmediaciones encontramos buenas canteras de alabastro que en tiempos sirvieron para la construcción de las viviendas que formaban el pueblo viejo, donde cabe destacar los restos de la antigua fortaleza y de la iglesia parroquial de San Martín, una interesante obra de clara raíz mudéjar. Trinchera que todavía llega de Rodén a Fuentes de Ebro.

Al igual que las localidades de su entorno, ésta sufrió mucho durante la Guerra Civil y hoy todavía se siguen apreciando sus efectos como muestra el pueblo viejo arriba, en lo alto del monte, donde sólo hay ruinas y podemos encontrar trincheras que bordearon los montes dominando todo el valle del Ginel y del Ebro.

El antiguo pueblo se recorta sobre el horizonte y la luz se cuela por los agujeros de las paredes de piedra gris y blanca. Ni tejados, ni puertas, ni ventanas. Se nota que por allí pasó la guerra. Pero no fueron las bombas, sino los hombres los principales causantes de su destrucción al desmantelar todo el pueblo para hacer fortificaciones en el sangriento frente de Belchite.

Podríamos decir que quedó en ruinas durante la guerra sin combates, a causa del furor destructivo de las fuerzas de ocupación.

En el pueblo viejo llegaron a quedar tan sólo seis o siete viviendas cuando la guerra, las que empleaban los altos mandos. Después no pareció rentable levantar los nuevos edificios sobre las ruinas de los antiguos.

Rodén conservó sus piedras antiguas, nada más, agonizó como los restos de su viejo castillo y hasta llegó a sentir los estertores de la muerte.

El nuevo pueblo se levantó al pie de las ruinas, a la sombra del pasado, mejor emplazado pero menos pintoresco, en la vega y a la orilla de la carretera.

Uno piensa que los habitantes de un pueblo así tienen que ser felices, a pesar de que no pueden curar su nostalgia porque las ruinas, en lo alto, están llenas de recuerdos y porque el pasado les acecha constantemente.

“La Guerra Civil fue demasiado sangrienta y destructiva para describirla con palabras….”.



extraido de Fuentes de Ebro, ayuntamiento.




















                                                         Cementerio























Oscar Escobar
Jose Manuel Bailo















                                         

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